Ceremonia del pesaje

Decía  Don Nicanor “ no le ha faltado pastura, lo que pasa es que el caballo es flaco”, era verano, época de vacaciones escolares, así que la pipiolera(familia) estaba en casa y por supuesto estaban en Corestes Pereira, época intensa de llenar el alma de valores y también el cuerpecito .

En Carral, Don  R se había pasado parte de la mañana y ya algo de la tarde y no había vendido nada de sandias, la revolución había estallado hace un año así que había escases de centavos y muchas otras cosas,    ya una tripa andaba pellizcando a la otra y  no le quedo otra que entrarle a unas rebanadas, aunque ya sabía que  su mama le iba a pedir cuentas, pero el hambre estaba cabrona, en esos pensamientos estaba Don R cuando oyó la voz de su hijo que lo trajo  al momento presente y que le decía       están muy buenos estos elotes tatemados papa,        estaban en un desayuno familiar típico en Corestes y los elotes y la calaba en tacha eran el postre, porque anterior a esto había habido avena con leche del clavel y plátano, huevos fritos con algo de barbacoa y frijoles,  y eso que muy de mañana ya había habido una sesión de frutas en la huerta,       voitelas con carbonato,  Don R estaba muy pendiente que los platos que se levantaban de la mesa  quedaran limpios de comida antes de que llegaran al fregadero, no se permitían excusas, había que limpiar el plato a como diera lugar, no importaban mucho las maneras, sin con tenedor, si con tortilla, si con la mano o sorbiendo el plato, aunque Doña Ch si buscaba afanosamente que se cumplieran las formas, decía Doña Toribia “la comida es para los humanos, no para los gusanos”, Don R  no quería que por ningún motivo que a sus hijos(as)  les faltara comida como le había faltado a él  y aparte los veía muy flacos(as), muchos huesos, muchas líneas picudas, y el  quería ver  líneas redondeadas y cachetes inflados.

Transcurrió la mañana intensa en actividades de todo tipo, cada quien en lo suyo,  y se llego la hora de la comida que religiosamente era a la una y media, la familia completa en la mesa y aparte un pequeño invitado, el  hijo pequeño de Ceofilo(empleado de Don R); para abrir boca un caldo de cocido con una que otra verdura y por supuesto “tuétanos”, decía Don Nemesio “para relamerse los bigotes y los lampiños pos los cachetes”, después arroz con carne y verduras, frijoles del olla y de postre,   pos  arroz con leche; la invitación del Hijo de Ceofilo a comer traía su intención escondida; no le acaban de servir su plato al niño, cuando empezó a comer-devorar lo que tenia enfrente, los hijos(as) nomas pelaban los ojos al ver al “invitadito” comer como velociraptor a su presa, termino el plato y Don R le pregunto para que todos oyeran “ quieres mas Raúl”, si señor respondió el muchachin, le sirvieron el plato y  otra  vez en chinga se lo acabo y dijo, “quero mas frijolitos”, que eran de la olla con su respectivo caldito, al acabar tomo el plato con las manos y lo llevo a su boca y empezó a sorber todo lo que restaba del plato haciendo ruido a más no poder con la sorbida, Don R se sonrió y le pelo los ojos a todos sus hijitos como diciéndoles “espero que el ejemplo les haya servido,  le dijo gracias a Doña Ch por la comida y le dijo a sus hijos(as) acuérdese que a la noche toca pesada.

Una vez a la semana al terminar la cena, Don R llevaba a sus hijitos a la “Tienda”, donde había bascula que registraba hasta gramos, para checar el peso de cada uno y verificar si había incremento de peso respecto a la semana anterior; si habían aumentado, excelente, si no había aumento o había disminución, desde la mañana siguiente habría una intensa y focalizada campaña de sobrealimentación, decía doña Teobalda “atiborren al ganso pa que salga bueno el pate”.

Continuara