La Catrina

LA CATRINA(MUERTE) SE HACE PRESENTE

 

Muy temprano en la mañana en Carral Don R recibió el aviso que habían robado su negocio en Corestes, por la noche habían sometido al velador, rompieron las cerraduras de la tienda y cargaron con la caja fuerte que era grande y pesada, la echaron en una camioneta y “ patas pa que las quiero”, alguien comento que se fueron por el rumbo de “La Cohinera”, al suroeste de Corestes.

Don R aviso a las autoridades de Carral para que estuvieran enterados y salió para Tilla Ocampo para avisar a la “autorida” de aquellos rumbos  y seguir a Corestes para ver si no habían herido a sus gentes  y cuantificar los daños del robo; afortunadamente no habían lastimado a nadie, pero si el monto del robo era cuantioso pues se llevaron las ventas de toda la semana, decía Don Tancredo” mas se chingaron en la revolución”; los judiciales llegaron, tomaron datos, empezaron a indagar, a hablar con los veladores y otros testigos y le comentaron a Don R que había rumores que el autor del robo podría haber sido “el matacuaz” famoso ladrón y asesino de esos rumbos, pero que seguirían investigando;  Don R hasta una avioneta contrato para que sobrevolara por el camino a la “Cochinera”, donde estaba la guarida de dicho sujeto,  para ver si se avistaba la caja fuerte que era de tamaño grande.

Pasaron los días y no  hubo mayores noticias del robo, pero el jefe de la policía  le recomendó a Don R que tomara mas medidas de seguridad personales y para el negocio, “ por aquello del no te entumas”  y le recomendó un agente en particular,       Don R comento    necesito alguien de confianza y que no este maleado, va estar cerca de mi y de mi familia,        no se preocupe Don R, el es el indicado, pongo mi mano en el fuego por el,       pues ya esta medio chamuscada, pero haremos la prueba, mándemelo para platicar con el , concluyo Don R,  ajustándose el sombrero y poniéndose el puro en la boca,  salió  dela comisaria.

La entrevista con Don Alfredo no fue larga, pues no era hombre de muchas palabras, pero a Don R le sirvió para checar las indagaciones que había hecho por otro lado, así que sin muchos preámbulos le ofreció el trabajo pero se tenia que ir a vivir a Corestes ,     mis hermanas viven conmigo y también necesitan trabajo  Don R,     pues si tu me aseguras que son trabajadoras y honestas, también tienen trabajo en la tienda, por la casa no te preocupes hay una disponible, alista tus herramientas que mañana salimos a Corestes.

 Don Alfredo poco a poco fue ambientándose en Corestes y cada que Don R salía a Carral y viceversa lo acompañaba  con sus respectivas herramientas, decía Don Salustio “hablan por si solas”, cuando Don R salía a otras partes del país, Don Alfredo permanecía en Corestes  al pendiente de la seguridad y también poco a poco la fue haciendo de medio “Sherif” local, pues no se le olvidaban sus años en las fuerzas publicas, además su tamaño y sus herramientas le

 

 

ayudaban;  sus hermanas trabajaban en la tienda, en el área de telas,  también rápido se aclimataron al trabajo y como tenían buen carácter no batallaron en hacer relación con las otras empleadas, pero con Don Alfredo de por medio, a pesar que llamaban la atención, nadie del sector masculino se les acercaba con otros fines.

Don Alfredo se quejaba de que sus hermanas Dora y Josefina  estaban  solteras y no se habían casado; Dora y Josefina eran altas y de buenas formas, decía Don Ulises “de mejor tocar y sentir” pero su hermanito era un pelao de uno noventa y cinco de altura, no muy bien encarado, con un fierro a la cintura(pistola 45) y un rifle M-1 automático en la mano, y ex agente de la judicial,  decía Don Ulises “ con tamaño perrote, quien chingaos se arrima”.

Don R poco a poco le fue teniendo mas confianza,  a sus hijos les empezó a enseñar a tirar, “por aquello de lo que se pudiera ofrecer algún dia  decía “no esta  por  demás”,  además “ la cuarenta y cinco no miente y  los que tienen el cañón de ella enfrente pos  menos”;   los días  transcurrían sin mayores sobresaltos , claro,  siempre con un ojo al gato y otro al garabato, en Corestes y  de Corestes a Carral y viceversa.

Pero un buen día ya pardeando la tarde, mas bien dicho un mal día, en Corestes,  en la cantina de Don Celiton se desato una balacera, no era fuera de lo común que uno que otro pelao  anduviera armado en estas zonas rurales , la cantina estaba a escasa media cuadra de donde vivía Don Alfredo,  este al oír las detonaciones salió inmediatamente de su casa y alcanzo a ver a varios individuos  afuera de la cantina que se subían apresuradamente a sus caballos y salían a todo galope hacia la estación del tren, Don Alfredo intuyo que se irían rumbo a San Cabriel y  que pasarían una cuadra arriba de su casa , corrió a la cuadra siguiente,  se detuvo en la esquina sin asomarse y cuando oyó el ruido de los caballos ya muy cerca salió de improviso y  con determinación agarro las riendas del caballo de uno de ellos deteniéndolo  en seco,    diciéndoles  “ adonde creen que van cabrones” ;   el pelao al verse detenido inmediatamente saco su arma y le disparo dos veces a Don Alfredo, como estaba arriba del caballo y apunto hacia abajo los disparos fácilmente le dieron en el pecho, la fuerza del impacto de los balazos de una cuarenta y cinco es muy grande, así que soltó las riendas del caballo y rápidamente se derrumbo;  los pelaos todavía sorprendidos y asustados espolearon sus caballos  y se perdieron en la semioscuridad de la noche, mientras se sentía en el ambiente la presencia de la catrina y Doña Cuquita asomándose por una ventana musitaba “salvalo Señor”.

 

 

CONTINUARA