Viaje en Ambulancia

 

Don R estaba en Tihuahua en casa de uno de sus hijos y recibía todas las atenciones y cuidados médicos además de los cuidados amorosos y atención de su hijo y de otros hijos/hijas  que habían acudido a verlo porque su estado era muy delicado, decía Don Nicolas “ cuando la huesuda te echo el ojo, ya no hay poder humano, solo poder divino”, después de varios días de que su estado iba declinando, los hijos decidieron trasladarlo al hospital para que recibiera cuidados mas especializados y atención continua que hicieran posible una recuperación que se veía muy lejana, pero había que hacerle la lucha, faltaba mas.

Don R tenia sus momento de conciencia y percibía a sus hijos que estaban cerca de el y que no lo dejaban solo, pero ya el aliento no le daba para emitir palabras, abría un poco sus ojos y después los volvía a cerrar, el oxigeno  le ayudaba a respirar pero de cualquier manera ya batallaba mucho, decía don Nestor “ esta la maquina muy forzada, se va a  desvielar” , en su media conciencia empezó a vislumbrar que su vida estaba llegando a su termino, “creo que pronto me reuniré con Doña Ch, con mis hermanos y con mis padres que hace rato  todos ellos se despidieron, aunque podía estar con sus hijos y sus pipioleras, pero bueno, creo que ya me avente mis buenos años y así seguían sus pensamientos,  luego volvía a la  inconsciencia y respiraba menos agitado,

Llego el servicio de ambulancia a la casa del hijo de Don R para su traslado al hospital, metieron la camilla al cuarto  lo cual implico algo de ruido y Don R lo percibió y se incomodo,  luego lo destaparon, lo  movieron a la orilla de la cama y lo subieron a la camilla, lo cual implico mas molestia para Don R, decía Don Leandro “ jodido uno y todavía le atizan”, luego cargaron la camilla con su respectivo sangoloteo y caminando se golpeo la camilla con un marco de puerta, que Don R resintió y posteriormente salieron a la calle en donde el frio estaba machín y en lo que abrieron las puertas de la ambulancia para subir la camilla el frio le caló hondo Don R, medio abrió sus ojos y se estremeció, al fin lo subieron a la ambulancia, pero dejaron las puertas abiertas esperando quien lo acompañaba y mientras tanto Don R seguía recibiendo el chiflón invernal del viento que le calaba hasta los huesos, al fin una hija y un hijo subieron a la ambulancia y cerraron las puertas de la misma, la hija llevaba una cobija con la cual lo cubrió amorosamente y Don R empezó a sentir algo de calorcito y cierta calma.

Los de la ambulancia checaron que la camilla estuviera bien sujeta antes de  arrancar y ya asegurados iniciaron el viaje; en la colonia iban sumamente despacio pero al salir , incrementaron la velocidad y encendieron la sirena de la misma, el sonido era muy estridente y alto,  para Don R fue un shock que le crispo hasta el alma, no sabía que estaba pasando, de repente calma y ahora total estridencia, aun con los ojos cerrados, los apretaba más a ver si así el sonido desaparecía; Decía Don Eladio “ mejor pon el radio que tu no sabes cantar”, seguía la ambulancia avanzando y la zozobra de Don R también, la hija también como que empezó a incomodarse y a sentir la

 

 

 magnitud del sonido pero no dijo nada y empezó a hablarle a Don R,  pero noto la rigidez y molestia que se le notaba en el rostro aun con los ojos cerrados, le siguió hablando para ver si se tranquilizaba, pero no consiguió ningún efecto y en eso Don R abrió los ojos grandes,  la vio y le trasmitió con la mirada un “por lo que más quieras hija que apaguen ese ruido infernal”; la hija vio en los ojos la molestia, la angustia, la ansiedad y sin pensarlo mucho le pregunto al camillero que iba junto a ellos   se requiere llevar la sirena encendida?  aunque no vayamos de emergencia?   pues realmente no señora, lo hacemos por procedimiento,    pues háganos el favor de apagarla para que mi papa pueda descansar,   Jesús apaga la sirena  le dijo el camillero al chofer   esta bien   contesto este,   el sonido ceso y con el todo el malestar y angustia y la crispazon para Don R,  este respiro hondo y pensó  gracias a Dios mi hija capto mi mensaje,  la hija le comento otra vez al camillero,    ojala podamos ir no muy rápido para que mi papa no resienta tanto los brincos, ya ve que las calles no están muy buenas,    el camillero le comento al chofer   dale calmado Jesús, no llevamos prisa,  decía Don Eutimio “ no por llegar más temprano va a estar abierto”,  el viaje continuo y Don R sintió el cambio, ya no había brincadera constante, no chillidos de sirena, iba bien tapado y su hija le platicaba amorosamente, abrió los ojos tranquilamente  vio  a su hija y le agradeció con la mirada volvió a cerrarlos y se perdió en la inconsciencia.

Volvió a la consciencia con el ruido de puertas y sintió el chiflonazo del frio machín, oyó la voz de su hijo que le decía  ya llegamos al hospital papa,   lo bajaron los camilleros para meterlo al hospital y sintió más la corriente de aire, se estremeció y pensó   estoy sintiendo mucho mas el frio que cuando andaba en el aserradero en invierno, será que me estoy volviendo más viejo y medio se sonrió para si mismo,      ya en el hospital decía Don Lucrecio “la cosa cambia”, lo subieron a su cuarto y lo cambiaron de la camilla a su cama de hospital, algo lo jalonearon que emitió un leve quejido pero al fin quedo instalado en su cuarto, su hija lo volvió a cubrir con la cobija y cuido que estuviera bien arropado y le dijo ahora si papa se acabo el sangoloteo.

Don R ya se sintió tranquilo, sin ruido infernal de sirena que le crispara el alma,  sin frio y confortado porque sus hijos estaban ahí con el;  estaba por quedarse dormido cuando voltio hacia la ventana del cuarto y a lo lejos vio un cerro y pensó   ese cerro lo conozco yo desde hace mucho tiempo, creo que es el famoso Cerro de la Cruz y antes de tener más recuerdo volvió a la inconsciencia.

 

CONTINUARA