El Inicio del Fin

Extracto del Libro de Don R

Esos días en la capital del estado , afamado por ser uno de los escenarios donde se desarrollo la revolución tan mentada y sobada por políticos y oportunistas , soplaba el “ cierzo invernal” y vaya que si soplaba , como comentara muchos años atrás el Dr. Tana en alguna ocasión ,más bien,  le decía “Don R”, hace un frió de la chingada, queriendo hacerle notar al doctorcito que se dejara de refinamientos en el lenguaje, ya que ni la ocasión ni las compañías eran las mas apropiadas para eso, en esa ocasión andaban de cacería por el norte del vecino estado de turango, y el doctorcito aparte de estar sufriendo un frió machin, estaba muy triste y preocupado porque sus perros, unos finos labradores, no aparecían desde la noche anterior cuando oyeron unos osos rondar cerca del campamento, “ Doc, al rato encontramos de perdida las pesuñas de los perritos” , le decía Don R bromeando.

Eran los últimos días del año y el invierno aun en esta capital, parte plana del estado, era cruel e insolente con propios y extraños, todavía no llegaban las primeras nevadas a la ciudad, pero ya se dejaban sentir las primeras ráfagas de viento que venían de la sierra alta trayendo consigo un frió que calaba hasta los huesos y a Doña Setrica le llegaba hasta el alma.

“Don R” estaba en un cuarto de hospital con una neumonitis muy fuerte,  que debido a su edad ,  y a otras enfermedades que lo habían atacado antes mermándole fuerzas, ahorale quedaban pocas defensas para salir exitoso de esta su última batalla.

Estaba en la sección denominada de cuidados intensivos, donde se atendía a los enfermos que requerían atención especial : no le faltaban atención ni cuidado de los médicos o enfermeras, ni el amor cercano de sus hijos que se turnaban día y noche para acompañarlo, pero como decía su Compadre Tano,” cuando el cuerpo ya no da, pos ya no da más”

Por momentos recobraba su conciencia y hacía un esfuerzo por comunicarse con sus hijos aunque fuera a través de los ojos porque la voz ya no le daba y sentía la impotencia de no establecer un dialogo que muchas veces no tuvo por estar toda una vida trabajando lejos de ellos y por que su carácter era firme y su comunicación en un sentido, “de aquí para allá”.

Para tener mas tranquilidad y porque tenia una leve mejoría, lo pasaron a un cuarto individual donde podía tener más compañía de sus seres queridos y en donde descansaba también de sus compañeros de la sección de cuidados intensivos, que en condiciones igual de precarias o graves se quejaban o gritaban de dolor o simplemente gritaban para espantar a la terca muerte, que se frotaba sus manos con singular alegría porque pronto tendría mas almas en su morral; esos quejidos le llegaban hasta el hipotálamo y le erizaban la poca calma de su espíritu.

En la quietud del cuarto, estando en un momento de conciencia, miro por la ventana y a lo lejos quiso distinguir el Cerro de la Cruz y pensó, que coincidencias tiene la vida, a muy corta edad había llegado a esta ciudad a buscar un aliento de vida y casi ochenta años después había venido a esta ciudad a entregar el aliento de vida que le fue prestado.

Sentía dolores fuertes en el pecho y malestar en todo el cuerpo, respiraba muy forzado aun con la ayuda de oxigeno, le molestaban sus propios olores a “ enfermeda” , pero sobretodo la conciencia de su propia cercana muerte,  le habría gustado vivir unos pocos años más con cierta salud, aunque tenía presente que “Doña Ch”, mucho menor que el, se le había adelantado en el viaje a las tierras altas santas,  debido a una terrible enfermedad ,  “que te agarra y no te suelta y sufres más que el mismo Cristo en el viacrucis” decía la comadre Chole,: de cualquier manera tenía muchos hijos y nietos que podrían cuidarlo un tiempecito más.

Como que volvió a la inconsciencia y sintió que alguien tomaba su mano y como que se persignaba con ella y pensó , a la mejor ya traigo cerca a la huesuda y me está jalando, y como que se le figuro que era su hermano Camberto, pero no, ese estaba lejos por el norte. 

El hermano Camberto tuvo noticias que su hermano mayor, Don R, estaba muy malo y se quiso venir a despedir de el ya que sentía gran afecto y agradecimiento porque Don R lo apoyo a lo largo de su vida hasta donde le fue posible, 

Camberto vio a su hermano en la cama del hospital inconsciente o dormido y se le arrugo el corazón, se abrazo de uno de los hijos de Don R y sollozaba de tristeza por su hermano, ya un poco mas calmado se acerco a Don R, tomo su mano y se dio lentamente la bendición , como cuando los padres bendecían los hijos para darles su protección y por supuesto la protección del Eterno, uno de los hijos de Don R le dijo,  Tio, pídale la bendición, si lo va a oír,  ¡no!, contesto el tío Camberto,  no quiero que me pase lo que con mi papa Usac,  cuando se estaba muriendo me acerque a su lecho y le pedí su bendición y me la negó, me dijo que el no se estaba muriendo, así que me quede sin la ultima bendición de mi padre, así que ahora no hay de piña, ya tengo la bendición de mi hermano mayor, y que el Eterno lo acoja en su seno en el momento en que así lo decida.

Aprovechando un momento de conciencia, Don R se traslado casi ochenta años atrás y a su mente vino la primera vez que llego a la ciudad de Tihuahua, había llegado por tren, que en aquel tiempo era más el ruido que hacía que lo que avanzaba, se había subido en la estación de Timénez, y lo único que tenía en mente al subirse,  era que necesita dinero para que en su casa, su mama les diera de comer a el y a sus hermanos, tenía la gran edad de “10 años, “asi estaba la perra de brava!, 

Continuará......