Decía don Canuto cuando su mujer le servía café y le preguntaba si quería azúcar “ namas tantita pa acabar de endulzarme la vida, porque contigo a mi lado no se necesita mucha” es mas decía “ namas mete tu dedo al café”
Don R estaba en la capital de la republica, en la UNPASA(unión nacional de productores de azúcar, organismo que manejaba la azúcar a nivel nacional) ya que su negocio estaba creciendo mucho y requería de tener más azúcar para distribuir en toda la región; pero para eso los tramites eran interminables y aparte había que dejar una garantía para cubrir o garantizar el monto de la azúcar que la UNPASA daba en custodia al negocio respectivo, así que Don R tuvo que ir con un notario e hipotecar su casa para este fin, Bueno, parece que ya vamos acabando con los tramites, comentaba el empleado, pero falta lo principal, como nos va a garantizar todas esas toneladas de azúcar ¿ decía Don Evodio “aquí hay lodo suficiente pa que te atasques marrano” pues les traje una hipoteca notariada de mi casa, a ver si es suficiente ¿ comento Don R veamos, veamos, oiga, oiga, creo que va a ser más que suficiente, ya con esto se completa el expediente, déjeme se lo pase al jefe del área para que lo revise y pase usted a firmar el convenio, comento el empleado .
Al final de ese viacrucis salió de la UNPASA con la autorización para manejar una cantidad más que considerable de azúcar, le digo Don F a Don R , que ya tenia tiempo viviendo en México para mover y agilizar todo lo relativo al negocio de la madera, a estos nada mas les falto pedirte el acta de bautizo, pero bueno ya lograste el propósito de tu viaje a esta capital; ahora vamos a comer porque ya es muy tarde y andas hambreando al muchacho este, después pasamos cerca del Zócalo a recoger unos papeles y en la noche los llevo al teatro de Revista a ver una comedia con Emilio Brillas y algunas actrices de moda que son el atractivo visual en estos casos decía Don Zenaido “ ya quisiera que una chiva de esas me diera un tope”.
Días después en Corestes, Don R empezó a checar donde iba a almacenar la cantidad considerable de azúcar que le llegaría próximamente; las bodegas en frente de la estación de ferrocarril que era una parte donde en una crecida fuerte del rio era muy remoto que el agua llegara hasta allá, estaban ocupadas con las cosechas del maíz que ese año habían sido muy buenas, así que quedaban las bodegas que estaban pegadas a su casa, era una zona un poco más baja pero servían por lo pronto para dicho propósito; les dio instrucciones a sus gentes que acondicionaran bien esas bodegas y que pusieran tablones en el piso para que los sacos de azúcar no tuvieran contacto directo con la humedad; las bodegas quedaron listas pero a Don R le quedo la espinita del riesgo de una inundación grande, que hasta esos años el rio no había subido tan arriba en Corestes decía Don Ultiminio “ uno nunca sabe, namas El Eterno es el único que sabe”.
Un buen día llego el tren y ahí venían varios carros llenos de sacos de azúcar; el tren hizo varias maniobras hasta que dejo dichos carros en una vía secundaria para que se pudieran descargar posteriormente de acuerdo a las necesidades del cliente; Don Martin el jefe de la estación del ferrocarril fue a buscar a Don R y le comento “ ya tenemos más azúcar pal café y pa las galletas y pal pastel, hasta para las moscas; Bucho, un habitante de Corestes que tenía varios tornillos de menos iba pasando por ahí en ese momento, escucho parte de la conversación y después repetía en sus caminatas “azúcar pal café, azúcar pal café, azúcar pal café”, la raza para burlarse de el le decía cual café? Y él les contestaba “el que me esta preparando tu hermana”, estoy medio tonto pero no pendejo, se reía y continuaba su camino.
Se llevó varios días para trasladar la azúcar del ferrocarril a las bodegas, lo primero era sacar los sacos de azúcar del carro a un camión y para esto los trabajadores jalaban en pareja para la maniobra; tomaban el saco de las puntas (un trabajador en cada extremo), levantaban el saco un poco del piso, lo empezaban a balancear de un lado para el otro, de repente lo balanceaban alto y a la vez uno de los trabajadores en el extremo se daba la vuelta rápido y metía su hombro derecho para que el saco le cayera ahí, ya con el saco en el hombro caminaba y lo depositaba en el camión; una vez que el camión se llenaba, lo llevaban hasta la bodega y ahí hacían las mismas maniobras para acomodar los sacos en la bodega.
Los hijos de Don R andaban también en la maniobra, los sacos pesaban 50 kilos cada uno, así que no era poco peso pero tampoco demasiado; era trabajo y diversión ya que los trabajadores eran raza y se la pasaban diciendo “mamada y media” (vacilando)y jugando competencias a ver quién podía cargar más sacos y apostando la comidita para que valiera la pena, decía Don Anton “ échenle carga al burro esta flaco pero tiene las patas fuertes”, en una ocasión Ubaldo cargo cinco sacos o sea doscientos cincuenta kilos, se pandeaba pero no se vencía, gano la comidita y varias cervecitas; a estos cabroncitos échales costales también pa que se hagan hombrecitos y si no pueden les ponemos faldita de una vez, le decía Juan a Nico sobre los hijos de Don R, quieren andar aquí, que se chingen también, que coman con hambre y seguía el trabajo, y el vacilón.
Las bodegas ya llenas se veían imponentes, pilas de sacos de azúcar estibados hasta cuatro metros de altura, por cinco metros de ancho por 10 metros de largo, un mundo de azúcar, los hijos y sobrinos de Don R se trepaban hasta arriba, se echaban maromas, en fin, que juegos mecánicos, ni que juegos, la pura sana diversión.
Con las ventas, sacos salían y mas sacos llegaban a rellenar las bodegas, paso el tiempo, llego abril y mayo y las aguas estuvieron muy escasas , decía Don Rogelio “ ni pal perro” llego el verano y las aguas esperadas y ansiadas por la tierra sedienta y necesitada de humedad para acelerar las cosechas del frijol y del maíz fueron escasas; había muchas oraciones y muchas novenas al Eterno pero como que necesitaban más fervor porque el agua no llegaba, no llegaba y solo llego a cuentagotas; las cosechas que se levantaron estuvieron muy magras, muy ralitas, decía Don Anton ” namas tantito pa la comida de los animales, tantito pal buñuelo de navidad y tantito pa iniciar la siembra del año entrante”. Así que la navidad en Corestes estuvo igual de magra, igual de tirante, eso sí rezos no faltaron al Niño Jesús para que echara la mano pa que el año entrante la cosa estuviera mejor, de cualquier manera, fiel a su costumbre, Don R organizo como todos los años el reparto de juguetes, dulces y ropa a gente que acudía de toda la región a la cancha de tenis para tal efecto, “pa que no se fueran en blanco” decía Don Ruperto.
Empezó el año, empezó la actividad y con el las esperanzas nuevas de cada inicio de año; se empezaron a acercar con Don R los ejidatarios(personas que sembraban en los ejidos) a solicitarle crédito en especie(semillas) o en herramientas para poder iniciar el ciclo agrícola de ese año; pos aquí vengo Don R como todos los años a solicitar su apoyo pa iniciar el trabajo en la labor(tierra) ya ve que este año parece que va a estar llovedor y si el Eterno nos echa una manita pos saldremos adelante pues si Don Arnulfo pero todavía tenemos pendiente la cuenta del año pasado y no es poca cosa, necesito que le de una rebajadita a la cuenta para poder darle crédito este año, pero Don R de donde saco pal abono, el año pasado estuvo de la chingada, no hubo ni pa los pinches buñuelos, pero ya sabe que soy de palabra y como sea le pagare, por esta santa cruz,( y se besaba la mano echa cruz) además nunca le he quedado mal y ya llevamos muchos años en esto, Usted sabe que soy de fiar, bueno voy a confiar en usted, pero no me vaya a quedar mal porque yo también me emproblemo más; voy a pasar esta carta autorización a mi gente y ya desde mañana puede empezar a sacar lo que necesite, Gracias Don R por confiar en mí, mi familia y el Eterno lo recompensaran ; y así seguía la procesión de ejidatarios solicitando el apoyo de Don R para el inicio del ansiado ciclo agrícola y para el inicio de la esperanza a la continuación de la existencia misma, Decía Don Ezequiel “ hay que creer en uno sino pos quien”.
Don R era hombre de negocios pero con cada ejidatario que atendía su mente volvía al pasado, cuando andaba en esas situaciones, por eso su corazón se le movía aunque la razón le decía otra cosa; su mente divagaba a aquellos tiempos “ a querer y no se enseñó a caminar y rapidito, viéndole la cola a los bueyes y oyéndose la frase “arre bueyes cabrones “, se enseñó a comer poco y rápido a la magra sombra de un escuálido huizache, se enseñó a obedecer sin chistar dado el peligro cercano del látigo con el que fustigaban a los bueyes, se enseñó a aguantar el rey sol que amaneciendo acariciaba pero después arañaba, se enseñó a levantarse “oscuro y de madrugada pa ganar tiempo Mijo” , se enseñó a tener jornadas largas de trabajo y poco descanso y se enseñó a bendecir a su madre por las tortillas adicionales que le echaba en su morral a escondidas; Empezó a conocer, admirar y a guiarse por las estrellas del vasto firmamento, Mijo acuérdese bien siempre donde está la estrella polar porque pa ya queda la labor y empezó a gustar de las puestas de sol ya de regreso de un día larguísimo de faena diaria, por los colores naranjas y rojos que tornasoleaban al ocultarse en las montañas y porque Mama Lala lo esperaba con comida calientita y no muchas caricias “pa que se haga machito” decía su padre Usac.
Se iniciaron las siembras, y empezó el transitar al amanecer de hombres, animales, un que otro perro acompañante y sus fierros con destino a sus labores(tierras de siembra) de temporal ; antes de que el Eterno amaneciera, recordaban(despertaban) se vestían, preparaban su café con azúcar, por supuesto, pa acabar de despertar, le daban de comer a los animales, les ponían los aparejos necesarios, los cargaban, entraban a la cocina a recoger las gorditas que para ya entonces la mujer les había preparado y con la bendición de esta, al empezar a clarear un poco el horizonte por el este, salían a luchar por la vida, por su vida y la de su familia, decía Don Natividad “ hay que buscar la gorda, porque sola no va a llegar”.
Y decía Don Gudencio “la tierra es de quien la trabaja” y efectivamente había que trabajar muy intensamente y amorosamente dicha tierra, para que igualmente respondiera con gran fecundidad convertida en maíz, en bienestar, en presente y en futuro; y para eso había que chingarse muy parejo todos los días, aquí si de sol sale a sol se mete, de frio machín a calor abrasador, de oraciones al Eterno a maldiciones al chamuco; había que barbechar, que rastrear, que nivelar, que surcar, que sembrar y mucho que orar también para que las lluvias llegaran en su momento y en las cantidades requeridas ya que la mayor parte de lo sembrado era de temporal(lluvia) no de riego, y que no granizara muy duro, y que no hubiera plagas y que no helara muy pronto, y seguían las peticiones hasta que el Eterno decía “ ya déjenme tantito, tengo más gentes que cuidar también”.
En marzo empezaron a caer las primeras lluvias y con ellas todas las esperanzas de Corestes se encendieron al igual que las veladoras a la virgen del Rosario para que la lluvia continuara; llego abril y las lluvias continuaron y continuaron creciendo las bienaventuranzas a la virgen, Don R comentaba “ agua en abril, mazorcas de a mil, agua en mayo, ni para un caballo” ; al estar contento por lo bien que pintaba el año, se acordó del año pasado cuando le llego la espinita de una inundación de verdad grande y sin pensarlo dos veces, le ordeno a su gente, hay que aprovechar que las bodegas de arriba están vacías para traer de las bodegas de abajo toda la azúcar antes de que otra cosa ocurra; y otra vez toda la raza a meterse a la maniobra de cargar, subir al camión, descargar y acomodar en las otras bodegas las toneladas de azúcar; al fin quedo la tarea terminada y Don R se quedó más tranquilo y comento al menos sin azúcar para el café no nos quedamos.
Llego el verano muy llovedor, como muchos otros, porque también los había muy secos que crujían alma y tierra a la vez, como el año pasado, pero este año había comenzado a llover desde marzo y todo mundo muy contento porque habían sembrado temprano y con la tierra muy húmeda, con esa humedad que hace que la semilla reviente, brote y empiece a crecer.
Ya para agosto y con lluvias continuas la tierra estaba saturada, y el río Clorido y los arroyos cargaban agua en forma continua aunque nada que fuera peligroso; Pero esa semana había empezado a llover con más intensidad, las mañanas eran de sol aunque no muy brillante y las tardes de nublado y lluvias intensas y el río empezó a cargar más agua que la normal y a subir su nivel.
Corestes Pereyra tenía dos ejes que prácticamente marcaban su vida en forma continua, una era la vía del tren, cuyo punto terminal era Corestes y punto de inicio era la Ciudad de Carral, atravesando otra pequeña ciudad llamada Santa Carbara, y el otro eje por supuesto que era el rio, que “venia de Arriba” decía Don Nicanor y terminaba por unirse en algún punto al río Cazas que atravesaba la Ciudad de Correon, Toahuila.
Corestes estaba pegado totalmente al río por un lado y el punto medio de ese eje era atravesado por la vía del tren que iniciaba su entrada al pueblo por “El puente” que era otro componente muy importante en la vida de todos.
El puente estaba construido “con toda la mano”, como decía Don R, incluidas vigas de acero que hacían como especie de marco y techo al tren y le daban una gran sensación de solidez y seguridad, aun con el lecho del río muchos metros abajo.
El puente cumplía diversas funciones, la principal para el paso del tren, pero también cuando el río crecía, para el paso de gente y animales que iban a la siembra de sus tierras, para personas que dejaban sus trocas de aquel lado del río, para paseos dominicales y hasta pa echar novia por las tardes, o para amores fugaces por las noches, decía Don Leandro “ nomas no le pregunten al puente porque me divorcian”
El puente tenía del lecho del río hacia arriba una escala métrica que servía para checar como iba subiendo el nivel del agua y llegando a cierto punto en dicha escala había que mejor desocupar las casas dado el peligro que el río se metiera al pueblo como ocasionalmente lo hacia cada año llovedor y barría a su paso con todo.
Para complicar las cosas un poco más, paralelo a la vía del tren, bajaba de las montañas un arroyo mediano que desembocaba en forma perpendicular a dicho río y si su caudal era grande y con velocidad,” bronco”, como decía Don Artemio, pues prácticamente aventaba el río al pueblo, con las consecuencias ya comentadas.
Ese martes había llovido desde la mañana y se veía más oscuro el cielo río arriba,
“ alla pa arriba se mira el nuberio muy tupido, así que más tarde el rio se va a cargar y las aguas se van a poner muy broncas” le comentaba Don Hipolito a Don R.
Por la tarde Don R seguía con la preocupación del río y fue con uno de sus hijos al puente a echarle un ojo al nivel del agua, se bajaron de la troca subieron a la vía, caminaron varios metros y llegaron al centro del puente donde podían observar hasta donde llegaba el agua en la escala, la cual ya mostraba signos preocupantes.
“Papa el río esta zumbando y ya se están formando burros”, le decía su hijo a Don R, si, es por que trae más agua y viene con velocidad, le contestaba Don R para no asustarlo, pero pensó para si mismo, el agua viene enchocolatada, hoy o mañana el río nos da un susto, volteo a ver al arroyo también para checarlo, pero este no traía mayor caudal, de regreso al negocio, le dijo a Ceófilo, alista las tablas y el cemento y déjalas en el porche de la casa por si las necesitamos a la noche.
Las tablas estaban cortadas a la medida exacta de las puertas y dado el momento que el agua amenazaba entrar a la casa, se colocaban dos tablas a lo ancho, con tres centímetros de separación y se empezaba a verter cemento en medio para que fuera fraguando conforme el agua trataba de meterse, este método era muy socorrido y eficaz y ayudaba a que la casa no acabara inundada, claro, si el agua no rebasaba los tres pares de tablas que se podían poner, si así fuera, “habría que correr pal cerro y rezarle al Eterno para que se apiadara de tu alma pecadora”, decía Doña Jesusita.
La señal era dos balazos, tiempo, dos balazos, tiempo, dos balazos
La noche fue de tenso descanso, lluviosa, pero no se oyeron los esperados balazos, Don R se despertó temprano como era su costumbre, se preparo un café y en lugar de ir a la huerta a traer fruta fresca y lozana con el rocío bendito matinal fue al puente a revisar el nivel que ya traía una raya más arriba,” malo el cuento”, pensó.
A medio día empezó a llover de nuevo y ya se veía río arriba el cielo muy encapotado y arroyo arriba el nuberio negro y encrespado.
Como a las cinco de la tarde, Don R y su hijo fueron al puente a checar el nivel y ya tenia tres rayas más arriba, Papa el río ruge ahora y trae burrotes y mira el arroyo ya esta creciendo, Don R pensó para si mismo, no ruge, sino brama y montañas arriba de donde venia el arroyo vio tan negro que dijo, eso es una tromba.
Se regresaron al negocio y le dio instrucciones a los empleados que prepararan tablas y cemento para las bodegas y que los vehículos no los dejaran en las bodegas que estaban en una zona baja, al velador se le dijo que estuviera muy atento y que vigilara sobretodo el nivel del rio.
Como todas las noches, a las diez se apago la plantita de diesel que generaba luz para la casa y negocios de Don R, y este disponiéndose a dormir le dijo a Doña Ch. trata de dormir porque a la mejor al rato nos levantan.
Don R que estaba dizque durmiendo al primer balazo cobro conciencia, ya que en esas ocasiones dormía “ como búho”, con los ojos abiertos, escucho el resto de los balazos y movió levemente a Doña Ch y le dijo vamos a levantarnos que ya viene el río, Doña Ch despertó, suspiro y pensó para sus adentros, otra vez el agua.
Una vez ya despiertos por los balazos, despertaron a sus hijos, se vistieron con rapidez y Don R fue a la puerta de la casa a recibir del velador y empleados noticias del avance del río el cual no fue nada positivo,” Ahora si viene grande Don R y además el arroyo viene muy crecido y esta metiendo al río al pueblo desde mas arriba”, al oír esto de Juan un velador que ya tenía años y experiencia en venidas del río, don R pensó, “malo el cuento”
Ya en las bodegas de abajo de nada sirve poner las tablas, decía el velador, en eso se oyeron más balazos que indicaban que alguien necesitaba ayuda, Don R le dijo que fueran a ver mientras la familia se acababa de alistar y el colocaba las primeras tablas en una de las puertas que daban a un porche que estaba junto a una sequia que iba repleta de agua y ya arrastraba algo de basura y a otra puerta donde estaba un radio de comunicación regional, Doña Ch le comento, el río se oye muy cerca, aunque no se veía nada, solo lo que podían alumbrar las escuálidas lámparas de mano.
El velador regreso y comento que apenas habían podido sacar al jefe de estación del ferrocarril y a su esposa mediante sogas de la casa que estaba media cuadra hacia abajo, y que la señora Amalia no dejaba de invocar “la benevolencia de todos los santos”.
Don R rápido vio que las tablas no iban a servir de mucho porque el agua estaba subiendo muy rápido y porque también la calle enfrente de la casa empezó a cargar agua, así que había que estar listo para salir en cualquier momento.
Doña Ch que no hablaba mucho en estos casos le dijo ¡R creo que mejor nos salimos y que Santa Rita nos proteja a nosotros y a nuestra casa, y así lo hicieron, se fueron al negocio de Don R que estaba enfrente de la casa al otro lado de la calle, pero con mayor nivel respecto a la calle.
Ya en el local del negocio, pero con las puertas abiertas empezaron a ser espectadores del avance de la fuerza de la madre naturaleza transformada en río, ya llovía muy poco pero el río seguía subiendo y se empezó a oír el ruido de cosas arrastradas y que se golpeaban y al rato el ruido de algo que se derrumbaba, y al rato mas ruidos de derrumbes y mas ruidos de derrumbes y sin ver nada, solo la oscuridad, la oscuridad absoluta y la impotencia inmensa.
El agua alcanzo a llegar hasta los escalones del negocio de Don R y después empezó a descender muy lentamente su nivel, y ya para el amanecer estaba al nivel de las bodegas de la parte baja. Don R y su familia entraron a la casa que ya casi no tenía nada de agua, aunque parecía que uno o dos cuartos se habían cuarteado y asentado, Doña Ch le dio las gracias a Santa Rita y Don R dijo vamos a echar un vistazo a todas las bodegas.
Ya con la claridad del día el panorama era muy desalentador, las bodegas de la parte baja que pertenecían al negocio de Don R y otras propiedades estaban totalmente derrumbadas, el agua todavía arrastraba todo tipo de mercancías y tanques de gasolina que estaban almacenados en esas bodegas, sobraban ya los curiosos y uno que otro pepenador y un olor nauseabundo estaba empezando a crecer.
Don R y Doña CH estaban mirando perplejos este panorama y Don R se lamentaba de lo que había pasado y de porque había vuelto a construir esas bodegas en ese mismo lugar, aunque por iluminación divina o presentimiento, la azúcar, mercancía valiosa meses atrás la había puesto en otras bodegas, pero de cualquier manera seguía lamentando las perdidas inmensas, Doña Ch que escuchaba sus lamentaciones haciendo referencia a sus conocimientos bíblicos le comento;
R, no te mortifiques , más se perdió en el diluvio, y Don R voltio a verla lentamente y sin exaltarse le contesto, si, pero lo del diluvio no era mío, pero al menos todos estamos bien y tendremos azúcar pal café.