Tarde de toros

TARDE DE TOROS

Años después recordarían con mucho humor esa tarde como una más de sus locuras de juventud y de sana diversión.

Las sombras de la revolución ya habían pasado, ahora se necesitaban tardes de luces, tardes de diversión, tardes para olvidar las pesadillas vividas y el olor a muerte y desolación.

La tarde estaba como la marcan los cánones taurinos,  soleada y  sin aire, el graderío fabricado exprofeso estaba lleno, pues el cartel anunciado llamaba la atención en un pueblo como Carral, donde además no había corridas muy seguido;  los toreros todos jóvenes, y aparte dirían las señoritas “buenos mozos” o sea de no mal ver” y  los toros “pues” ahí estaba el problema,  decía Don Crecencio “ el miedo no anda en burro, pero si en los cuernos de los astados”.

La tarde  anterior hubo fiestecita en un lugar llamado el  “Tanerio” donde se reunían las y los jóvenes de la sociedad Carralense  y todo el grupito de “toreros” aprovecharon para placearse  por el lugar , no estaban invitados por que no eran de la “sociedad”  pero decía   Abundio  “nadie nos invito, pero nadie nos dijo que no viniéramos”,  la interrelación entre los y las jóvenes se daba con facilidad y las señoritas se sentían halagadas de platicar con las figuras del toreo del día siguiente, y ellos se sentían importantes y  se pavoneaban y platicaban con todas en los diferentes grupos, había pocas oportunidades como estas, así que había que lograrlas,   a Don R no le faltaban admiradoras y como también era “buen mozo” pos se dada vuelo y al compas de los primeros acordes de “morenita mia” saco a bailar a una señorita de “no mal ver”, después siguieron bailando “júrame “ y por ultimo  “no me olvides” y hasta ahí con esa señorita pues había más a las cuales había que bailar,  Decía Don Nicanor   “no te acabes agua, que todavía me sobra sed”   y  así continuaron su tardeadita hasta que cerca de las 9.00 de la noche se dio por terminada la misma, las señoritas se retiraron con sus respectivos padres, como marcaban los cánones, y los toreros decidieron continuar la fiesta en la cantina de medio pelo(medio pinche o pinche y medio) llamada “ El Paraje” que estaba cerquita en el barrio bravo “del Conejo” , ahí si empezaron a echarse sus cervecitas entre pecho y espalda, porque en el “Taneiro” era pura soda(refresco);    ya después de varias, Marcial que había llegado tarde a la Tardeada comento,   andaba viendo el encierro(los toros) que llego hace rato y no es cosa de juego, están de 450 kilos y mas,     no exageres  le dijo Anibal, cuantas cervezas llevas,  todos se rieron ,  pero Marcial insistió, de mi se acordaran mañana, no son toretes a los que estamos acostumbrados,   dijo Joel al cantinero, sírvele un tequila a este cabrón para que se le pase el susto, las risas y bromas continuaron  y así siguieron dándose animo entre ellos y brindando por la corrida del día siguiente y brindando por las señoritas de la tardeada.

Todos los llamados “toreros” habían crecido y formado como las florecillas salvajes “a la buena de Dios”, o sea a golpes, porrazos y chingadazos de toretes y vaquillas que había en la región, ninguno era profesional en esto, sabían mover el capote,  eran  aficionados con cierta experiencia, nada mas,   decía Don Nicandro “una cosa es el gusto y otra la necesidad” , de una manera u otra venían del campo y ahí les había tocado pastorear, montar, capotear  y  herrar todo tipo de ganado y ahí se habían aventado sus primeros capotazos y ahí les habían dado sus primeros topetazos y sus primeras revolcadas y ya después fueron creciendo y adentrándose mas en esto de los capotazos, pero siempre a nivel de aficionados,  y cuando había oportunidad en algún rancho o en alguna festividad estaban mas puestos que un calcetín para lucir sus habilidades toreriles  y para dejarse ver por las señoritas.

 Dos meses atrás había venido a Carral un promotor Taurino que andaba visitando ganaderías de ganado de lidia en el estado y se dio cuenta que había afición a las corridas,  que había “toreros” que no le costarían mucho y que se podía armar una corridita con buenas ganancias; Contacto a los “toreros-aficionados” y les hizo su propuesta, y estos que estaban ansiosos por figurar, inmediatamente aceptaron sin leer las letras pequeñas,  decía Don Eleazar “ yo pago pa que me alquilen”, así que en un dos por tres se fijo fecha para la corrida.

El Domingo amaneció claro y limpio, “los toreros” se despertaron tardecito pues la noche había estado larga y tempestuosa en “el Paraje”, cada uno en su casa tomo sus alimentos en forma moderada para tener clara la mente y liviano el cuerpo;  alistaron sus trajes, unos de luces, otros tipo matador informal que se usan en festivales,  Don R se vistió de luces, su madre a querer y no le había lavado y planchado el traje que había conseguido, sintió que la taleguilla(pantalón corto) le apretaba y que se notaba todo, pero así era el trajecito este,  al chaquetin le faltaban unos “machos”(borlas que cuelgan de las hombreras), pero ni quien se diera cuenta; cuidadosamente metió todo en un maletín, se despidió de su madre, la cual le echo la bendición por partida doble  y se fue al Santuario de Guadalupe(iglesia) donde se habían quedado de ver para la ceremonia imprescindible del rezo a la Virgen antes de iniciar una corrida, dado que en el lugar de la corrida no había altar.

Ya reunidos todos en la sacristía, el Padre Salustio los encomendó al Señor “ Padre nuestro encomendamos a estos jóvenes a tu protección y cuidado, que salgan sanos y salvos por tu infinita gracia” amen, todos repitieron amen, y dijo el Padre, cada quien en lo personal diga sus oraciones, y todos de rodillas,  en silencio o musitando, con los ojos abiertos o cerrados expresaron sus peticiones “al Eterno” para salir con bien de esta corridita;  este momento era por demás solemne e intimo donde desde  lo más profundo de su ser pedían por su vida, decía Don Aniceto “ en el pedir esta el conceder ”,  al final el Padre los roció con agua bendita y les dijo ahí los veo en la plaza y que el espíritu santo los acompañe.

Llegaron a la plaza y antes de empezar a vestirse, dijo Rogelio, vamos a echarle un vistazo a los toros; eran ocho toros, seis para la corrida y dos de repuesto por si alguno se lastimaba, ya estaban separados en forma individual para evitar que se pelearan entre si; se arrimaron al primer corral, se asomaron por las rendijas y se escucho un “ah cabrón, están muy grandes” se empezaron a ver entre si y volvieron a ver el toro como dudando,    Marcial les dijo,   se los dije ayer cabrones, pero no me hicieron caso;  Don R dijo vamos a ver los demás   y toro que veían, misma exclamación que proferían; dijo Abadias “ hay que rajarnos”  “como chingaos nos vamos a rajar” , ya viste que esta a reventar el graderío,    contesto Rogelio, “como chingaos no”, no estas viendo que nos va a cargar la chingada y ni el agua bendita nos va a salvar;  se metieron al cuarto donde tenían sus trajes a seguir la discusión, cuatro de plano no querían y Don R y Rogelio dudaban, pero decían que si, a final de cuentas Rogelio les digo, vamos a entrarle, yo voy por delante y van a ver que no nos pasa nada, vamos a cortar orejas y rabo, Decía don Celestino “de esa lengua me echo un taco”.

 Procedieron a vestirse con lentitud, parsimonia y miedo, mucho miedo;   ya se empezaba a oír  el bullicio en el graderío y los acordes de una banda cuando les tocaron la puerta para avisarles que en quince minutos era el “paseíllo”(paseo-presentación de toreros y sus cuadrillas ante el publico), a las cuatro con veinte y cinco minutos ya estaban formados enfrente del ruedo, muy trajeados, muy de luces, y muy pálidos , a las cuatro y  treinta, como marcan los cánones, se abrió el ruedo y se escucharon los acordes de la banda con el pasodoble “sangre y arena”, el alguacilillo(el que encabeza el paseíllo) partió plaza, fue hasta el otro extremo del redondel, saludo al juez de plaza que estaba en la parte superior del graderío y con este saludo el juez otorgo su permiso para iniciar la fiesta, el alguacilillo regreso con los toreros y cuadrillas y todos fueron desfilando por el centro de la plaza hasta llegar a los burladeros del otro extremo de la plaza, los saludos y los gritos no se hicieron esperar, las señoritas aventaban claveles rojos, “los toreros” saludaban discretamente inclinando la cabeza y los que traían “montera”(sombrero) saludaban con ella,  se tomaron dos o tres minutos para estirar los capotes y dar unos pases al aire cuando sonó la corneta anunciando el inicio de la fiesta.

Se abrió la puerta de toriles y al minuto salió con mucha velocidad y bravura un toro saino(negro mate) de 480 kilos ,corniancho(cuernos muy abiertos),  decía Don Jacinto  “como alma que lleva el diablo”,      fue hasta el burladero extremo y le dio unas embestidas, prosiguió corriendo y dio dos o tres vueltas al ruedo buscando pelea, Rogelio se puso más pálido pero no tenia para donde hacerse, camino tres pasos afuera del burladero, saludo al juez con la montera y empezó a citar(llamar) al toro con el capote,  el toro que estaba en el otro extremo del ruedo lo vio y empezó a resoplar y mover sus pezuñas y arranco hacia el torero, Rogelio aguanto la embestida y corrió el capote, el toro siguió de largo, se paro después y se regreso en igual forma, Rogelio volvió a aguantar, aunque se notaba tembloroso, sus compañeros ni la boca abrían, a la tercera embestida el toro no siguió el engaño(el capote) y le pego directamente en el pecho, por fortuna era corniancho,  así que no le clavo los cuernos, nada mas le dio con la frente y Rogelio salió rodando varios metros, la multitud grito de angustia y Don R y sus compañeros matadores se metieron rápido a sacarlo del ruedo porque quedo medio inconsciente,  se lo llevaron hasta las oficinas donde tenían sus ropas y con alcohol trataban de reanimarlo hasta que volvió en si poco a poco, en eso se escucho la corneta del juez indicando que se reanudaba la corrida,  ahí les hablan, dijo Marcial,   Rogelio bastante dolido y compungido dijo “hasta aquí mi amor los acompaño”, me rajo como los meros machos, ya me libre de una cogida fatal,  a ver quien sigue ahora,   se escucho por segunda ocasión la corneta del juez llamando a seguir con la corrida, ni Don R ni los demás dijeron esta boca es mía, todos estaban espantados,  en eso llego el promotor de la corrida a pedirles, exigirles, a ofrecerles más, para que salieran a continuar la corrida,    pero nada los convencía,   “ ya habían visto la cara de la Catrina (la muerte) en los cuernos del toro”,  se escucho el tercer llamado del juez y Marcial dijo se va a poner fea la cosa, pero de una cogida allá en el ruedo a una aquí afuera, prefiero aquí, en eso llego el juez y les dijo “Toreros” si no salen en este momento a cumplir con sus obligaciones, voy a ordenar que los detengan inmediatamente,     Don R le dijo, como quisiera estar en su lugar Sr. Juez  y Anibal   le dijo,   cumpla con su deber, nosotros no vamos a salir,    salió el juez y a los pocos minutos llegaron policías que se llevaron a los “toreros” vestidos de luces a la cárcel municipal, mientras la multitud seguía gritando y chiflando esperando que la corrida continuara.

Ya en la cárcel,  Marcial,  les repetía, se los dije el sábado pero no me hicieron caso,     Rogelio todavía adolorido decía    no creímos que este pinche promotor traería toros de verdad, toros de corrida de la Plaza México,  en fin salimos vivos y nomas revolcados         Don R decía, si salimos de esta para la siguiente vez hay que fijarnos en la letra chiquita y en los cuernos grandes.

Al tercer día los amigos pagaron una fianza-multa y los “toreros” salieron de la cárcel para continuar con sus vidas y listos para la siguiente aventura.

 

CONTINUARA

 

 

 

 

 

 

TARDE DE TOROS

Años después recordarían con mucho humor esa tarde como una más de sus locuras de juventud y de sana diversión.

Las sombras de la revolución ya habían pasado, ahora se necesitaban tardes de luces, tardes de diversión, tardes para olvidar las pesadillas vividas y el olor a muerte y desolación.

La tarde estaba como la marcan los cánones taurinos,  soleada y  sin aire, el graderío fabricado exprofeso estaba lleno, pues el cartel anunciado llamaba la atención en un pueblo como Carral, donde además no había corridas muy seguido;  los toreros todos jóvenes, y aparte dirían las señoritas “buenos mozos” o sea de no mal ver” y  los toros “pues” ahí estaba el problema,  decía Don Crecencio “ el miedo no anda en burro, pero si en los cuernos de los astados”.

La tarde  anterior hubo fiestecita en un lugar llamado el  “Tanerio” donde se reunían las y los jóvenes de la sociedad Carralense  y todo el grupito de “toreros” aprovecharon para placearse  por el lugar , no estaban invitados por que no eran de la “sociedad”  pero decía   Abundio  “nadie nos invito, pero nadie nos dijo que no viniéramos”,  la interrelación entre los y las jóvenes se daba con facilidad y las señoritas se sentían halagadas de platicar con las figuras del toreo del día siguiente, y ellos se sentían importantes y  se pavoneaban y platicaban con todas en los diferentes grupos, había pocas oportunidades como estas, así que había que lograrlas,   a Don R no le faltaban admiradoras y como también era “buen mozo” pos se dada vuelo y al compas de los primeros acordes de “morenita mia” saco a bailar a una señorita de “no mal ver”, después siguieron bailando “júrame “ y por ultimo  “no me olvides” y hasta ahí con esa señorita pues había más a las cuales había que bailar,  Decía Don Nicanor   “no te acabes agua, que todavía me sobra sed”   y  así continuaron su tardeadita hasta que cerca de las 9.00 de la noche se dio por terminada la misma, las señoritas se retiraron con sus respectivos padres, como marcaban los cánones, y los toreros decidieron continuar la fiesta en la cantina de medio pelo(medio pinche o pinche y medio) llamada “ El Paraje” que estaba cerquita en el barrio bravo “del Conejo” , ahí si empezaron a echarse sus cervecitas entre pecho y espalda, porque en el “Taneiro” era pura soda(refresco);    ya después de varias, Marcial que había llegado tarde a la Tardeada comento,   andaba viendo el encierro(los toros) que llego hace rato y no es cosa de juego, están de 450 kilos y mas,     no exageres  le dijo Anibal, cuantas cervezas llevas,  todos se rieron ,  pero Marcial insistió, de mi se acordaran mañana, no son toretes a los que estamos acostumbrados,   dijo Joel al cantinero, sírvele un tequila a este cabrón para que se le pase el susto, las risas y bromas continuaron  y así siguieron dándose animo entre ellos y brindando por la corrida del día siguiente y brindando por las señoritas de la tardeada.

Todos los llamados “toreros” habían crecido y formado como las florecillas salvajes “a la buena de Dios”, o sea a golpes, porrazos y chingadazos de toretes y vaquillas que había en la región, ninguno era profesional en esto, sabían mover el capote,  eran  aficionados con cierta experiencia, nada mas,   decía Don Nicandro “una cosa es el gusto y otra la necesidad” , de una manera u otra venían del campo y ahí les había tocado pastorear, montar, capotear  y  herrar todo tipo de ganado y ahí se habían aventado sus primeros capotazos y ahí les habían dado sus primeros topetazos y sus primeras revolcadas y ya después fueron creciendo y adentrándose mas en esto de los capotazos, pero siempre a nivel de aficionados,  y cuando había oportunidad en algún rancho o en alguna festividad estaban mas puestos que un calcetín para lucir sus habilidades toreriles  y para dejarse ver por las señoritas.

 Dos meses atrás había venido a Carral un promotor Taurino que andaba visitando ganaderías de ganado de lidia en el estado y se dio cuenta que había afición a las corridas,  que había “toreros” que no le costarían mucho y que se podía armar una corridita con buenas ganancias; Contacto a los “toreros-aficionados” y les hizo su propuesta, y estos que estaban ansiosos por figurar, inmediatamente aceptaron sin leer las letras pequeñas,  decía Don Eleazar “ yo pago pa que me alquilen”, así que en un dos por tres se fijo fecha para la corrida.

El Domingo amaneció claro y limpio, “los toreros” se despertaron tardecito pues la noche había estado larga y tempestuosa en “el Paraje”, cada uno en su casa tomo sus alimentos en forma moderada para tener clara la mente y liviano el cuerpo;  alistaron sus trajes, unos de luces, otros tipo matador informal que se usan en festivales,  Don R se vistió de luces, su madre a querer y no le había lavado y planchado el traje que había conseguido, sintió que la taleguilla(pantalón corto) le apretaba y que se notaba todo, pero así era el trajecito este,  al chaquetin le faltaban unos “machos”(borlas que cuelgan de las hombreras), pero ni quien se diera cuenta; cuidadosamente metió todo en un maletín, se despidió de su madre, la cual le echo la bendición por partida doble  y se fue al Santuario de Guadalupe(iglesia) donde se habían quedado de ver para la ceremonia imprescindible del rezo a la Virgen antes de iniciar una corrida, dado que en el lugar de la corrida no había altar.

Ya reunidos todos en la sacristía, el Padre Salustio los encomendó al Señor “ Padre nuestro encomendamos a estos jóvenes a tu protección y cuidado, que salgan sanos y salvos por tu infinita gracia” amen, todos repitieron amen, y dijo el Padre, cada quien en lo personal diga sus oraciones, y todos de rodillas,  en silencio o musitando, con los ojos abiertos o cerrados expresaron sus peticiones “al Eterno” para salir con bien de esta corridita;  este momento era por demás solemne e intimo donde desde  lo más profundo de su ser pedían por su vida, decía Don Aniceto “ en el pedir esta el conceder ”,  al final el Padre los roció con agua bendita y les dijo ahí los veo en la plaza y que el espíritu santo los acompañe.

Llegaron a la plaza y antes de empezar a vestirse, dijo Rogelio, vamos a echarle un vistazo a los toros; eran ocho toros, seis para la corrida y dos de repuesto por si alguno se lastimaba, ya estaban separados en forma individual para evitar que se pelearan entre si; se arrimaron al primer corral, se asomaron por las rendijas y se escucho un “ah cabrón, están muy grandes” se empezaron a ver entre si y volvieron a ver el toro como dudando,    Marcial les dijo,   se los dije ayer cabrones, pero no me hicieron caso;  Don R dijo vamos a ver los demás   y toro que veían, misma exclamación que proferían; dijo Abadias “ hay que rajarnos”  “como chingaos nos vamos a rajar” , ya viste que esta a reventar el graderío,    contesto Rogelio, “como chingaos no”, no estas viendo que nos va a cargar la chingada y ni el agua bendita nos va a salvar;  se metieron al cuarto donde tenían sus trajes a seguir la discusión, cuatro de plano no querían y Don R y Rogelio dudaban, pero decían que si, a final de cuentas Rogelio les digo, vamos a entrarle, yo voy por delante y van a ver que no nos pasa nada, vamos a cortar orejas y rabo, Decía don Celestino “de esa lengua me echo un taco”.

 Procedieron a vestirse con lentitud, parsimonia y miedo, mucho miedo;   ya se empezaba a oír  el bullicio en el graderío y los acordes de una banda cuando les tocaron la puerta para avisarles que en quince minutos era el “paseíllo”(paseo-presentación de toreros y sus cuadrillas ante el publico), a las cuatro con veinte y cinco minutos ya estaban formados enfrente del ruedo, muy trajeados, muy de luces, y muy pálidos , a las cuatro y  treinta, como marcan los cánones, se abrió el ruedo y se escucharon los acordes de la banda con el pasodoble “sangre y arena”, el alguacilillo(el que encabeza el paseíllo) partió plaza, fue hasta el otro extremo del redondel, saludo al juez de plaza que estaba en la parte superior del graderío y con este saludo el juez otorgo su permiso para iniciar la fiesta, el alguacilillo regreso con los toreros y cuadrillas y todos fueron desfilando por el centro de la plaza hasta llegar a los burladeros del otro extremo de la plaza, los saludos y los gritos no se hicieron esperar, las señoritas aventaban claveles rojos, “los toreros” saludaban discretamente inclinando la cabeza y los que traían “montera”(sombrero) saludaban con ella,  se tomaron dos o tres minutos para estirar los capotes y dar unos pases al aire cuando sonó la corneta anunciando el inicio de la fiesta.

Se abrió la puerta de toriles y al minuto salió con mucha velocidad y bravura un toro saino(negro mate) de 480 kilos ,corniancho(cuernos muy abiertos),  decía Don Jacinto  “como alma que lleva el diablo”,      fue hasta el burladero extremo y le dio unas embestidas, prosiguió corriendo y dio dos o tres vueltas al ruedo buscando pelea, Rogelio se puso más pálido pero no tenia para donde hacerse, camino tres pasos afuera del burladero, saludo al juez con la montera y empezó a citar(llamar) al toro con el capote,  el toro que estaba en el otro extremo del ruedo lo vio y empezó a resoplar y mover sus pezuñas y arranco hacia el torero, Rogelio aguanto la embestida y corrió el capote, el toro siguió de largo, se paro después y se regreso en igual forma, Rogelio volvió a aguantar, aunque se notaba tembloroso, sus compañeros ni la boca abrían, a la tercera embestida el toro no siguió el engaño(el capote) y le pego directamente en el pecho, por fortuna era corniancho,  así que no le clavo los cuernos, nada mas le dio con la frente y Rogelio salió rodando varios metros, la multitud grito de angustia y Don R y sus compañeros matadores se metieron rápido a sacarlo del ruedo porque quedo medio inconsciente,  se lo llevaron hasta las oficinas donde tenían sus ropas y con alcohol trataban de reanimarlo hasta que volvió en si poco a poco, en eso se escucho la corneta del juez indicando que se reanudaba la corrida,  ahí les hablan, dijo Marcial,   Rogelio bastante dolido y compungido dijo “hasta aquí mi amor los acompaño”, me rajo como los meros machos, ya me libre de una cogida fatal,  a ver quien sigue ahora,   se escucho por segunda ocasión la corneta del juez llamando a seguir con la corrida, ni Don R ni los demás dijeron esta boca es mía, todos estaban espantados,  en eso llego el promotor de la corrida a pedirles, exigirles, a ofrecerles más, para que salieran a continuar la corrida,    pero nada los convencía,   “ ya habían visto la cara de la Catrina (la muerte) en los cuernos del toro”,  se escucho el tercer llamado del juez y Marcial dijo se va a poner fea la cosa, pero de una cogida allá en el ruedo a una aquí afuera, prefiero aquí, en eso llego el juez y les dijo “Toreros” si no salen en este momento a cumplir con sus obligaciones, voy a ordenar que los detengan inmediatamente,     Don R le dijo, como quisiera estar en su lugar Sr. Juez  y Anibal   le dijo,   cumpla con su deber, nosotros no vamos a salir,    salió el juez y a los pocos minutos llegaron policías que se llevaron a los “toreros” vestidos de luces a la cárcel municipal, mientras la multitud seguía gritando y chiflando esperando que la corrida continuara.

Ya en la cárcel,  Marcial,  les repetía, se los dije el sábado pero no me hicieron caso,     Rogelio todavía adolorido decía    no creímos que este pinche promotor traería toros de verdad, toros de corrida de la Plaza México,  en fin salimos vivos y nomas revolcados         Don R decía, si salimos de esta para la siguiente vez hay que fijarnos en la letra chiquita y en los cuernos grandes.

Al tercer día los amigos pagaron una fianza-multa y los “toreros” salieron de la cárcel para continuar con sus vidas y listos para la siguiente aventura.

 

CONTINUARA

TARDE DE TOROS

Años después recordarían con mucho humor esa tarde como una más de sus locuras de juventud y de sana diversión.

Las sombras de la revolución ya habían pasado, ahora se necesitaban tardes de luces, tardes de diversión, tardes para olvidar las pesadillas vividas y el olor a muerte y desolación.

La tarde estaba como la marcan los cánones taurinos,  soleada y  sin aire, el graderío fabricado exprofeso estaba lleno, pues el cartel anunciado llamaba la atención en un pueblo como Carral, donde además no había corridas muy seguido;  los toreros todos jóvenes, y aparte dirían las señoritas “buenos mozos” o sea de no mal ver” y  los toros “pues” ahí estaba el problema,  decía Don Crecencio “ el miedo no anda en burro, pero si en los cuernos de los astados”.

La tarde  anterior hubo fiestecita en un lugar llamado el  “Tanerio” donde se reunían las y los jóvenes de la sociedad Carralense  y todo el grupito de “toreros” aprovecharon para placearse  por el lugar , no estaban invitados por que no eran de la “sociedad”  pero decía   Abundio  “nadie nos invito, pero nadie nos dijo que no viniéramos”,  la interrelación entre los y las jóvenes se daba con facilidad y las señoritas se sentían halagadas de platicar con las figuras del toreo del día siguiente, y ellos se sentían importantes y  se pavoneaban y platicaban con todas en los diferentes grupos, había pocas oportunidades como estas, así que había que lograrlas,   a Don R no le faltaban admiradoras y como también era “buen mozo” pos se dada vuelo y al compas de los primeros acordes de “morenita mia” saco a bailar a una señorita de “no mal ver”, después siguieron bailando “júrame “ y por ultimo  “no me olvides” y hasta ahí con esa señorita pues había más a las cuales había que bailar,  Decía Don Nicanor   “no te acabes agua, que todavía me sobra sed”   y  así continuaron su tardeadita hasta que cerca de las 9.00 de la noche se dio por terminada la misma, las señoritas se retiraron con sus respectivos padres, como marcaban los cánones, y los toreros decidieron continuar la fiesta en la cantina de medio pelo(medio pinche o pinche y medio) llamada “ El Paraje” que estaba cerquita en el barrio bravo “del Conejo” , ahí si empezaron a echarse sus cervecitas entre pecho y espalda, porque en el “Taneiro” era pura soda(refresco);    ya después de varias, Marcial que había llegado tarde a la Tardeada comento,   andaba viendo el encierro(los toros) que llego hace rato y no es cosa de juego, están de 450 kilos y mas,     no exageres  le dijo Anibal, cuantas cervezas llevas,  todos se rieron ,  pero Marcial insistió, de mi se acordaran mañana, no son toretes a los que estamos acostumbrados,   dijo Joel al cantinero, sírvele un tequila a este cabrón para que se le pase el susto, las risas y bromas continuaron  y así siguieron dándose animo entre ellos y brindando por la corrida del día siguiente y brindando por las señoritas de la tardeada.

Todos los llamados “toreros” habían crecido y formado como las florecillas salvajes “a la buena de Dios”, o sea a golpes, porrazos y chingadazos de toretes y vaquillas que había en la región, ninguno era profesional en esto, sabían mover el capote,  eran  aficionados con cierta experiencia, nada mas,   decía Don Nicandro “una cosa es el gusto y otra la necesidad” , de una manera u otra venían del campo y ahí les había tocado pastorear, montar, capotear  y  herrar todo tipo de ganado y ahí se habían aventado sus primeros capotazos y ahí les habían dado sus primeros topetazos y sus primeras revolcadas y ya después fueron creciendo y adentrándose mas en esto de los capotazos, pero siempre a nivel de aficionados,  y cuando había oportunidad en algún rancho o en alguna festividad estaban mas puestos que un calcetín para lucir sus habilidades toreriles  y para dejarse ver por las señoritas.

 Dos meses atrás había venido a Carral un promotor Taurino que andaba visitando ganaderías de ganado de lidia en el estado y se dio cuenta que había afición a las corridas,  que había “toreros” que no le costarían mucho y que se podía armar una corridita con buenas ganancias; Contacto a los “toreros-aficionados” y les hizo su propuesta, y estos que estaban ansiosos por figurar, inmediatamente aceptaron sin leer las letras pequeñas,  decía Don Eleazar “ yo pago pa que me alquilen”, así que en un dos por tres se fijo fecha para la corrida.

El Domingo amaneció claro y limpio, “los toreros” se despertaron tardecito pues la noche había estado larga y tempestuosa en “el Paraje”, cada uno en su casa tomo sus alimentos en forma moderada para tener clara la mente y liviano el cuerpo;  alistaron sus trajes, unos de luces, otros tipo matador informal que se usan en festivales,  Don R se vistió de luces, su madre a querer y no le había lavado y planchado el traje que había conseguido, sintió que la taleguilla(pantalón corto) le apretaba y que se notaba todo, pero así era el trajecito este,  al chaquetin le faltaban unos “machos”(borlas que cuelgan de las hombreras), pero ni quien se diera cuenta; cuidadosamente metió todo en un maletín, se despidió de su madre, la cual le echo la bendición por partida doble  y se fue al Santuario de Guadalupe(iglesia) donde se habían quedado de ver para la ceremonia imprescindible del rezo a la Virgen antes de iniciar una corrida, dado que en el lugar de la corrida no había altar.

Ya reunidos todos en la sacristía, el Padre Salustio los encomendó al Señor “ Padre nuestro encomendamos a estos jóvenes a tu protección y cuidado, que salgan sanos y salvos por tu infinita gracia” amen, todos repitieron amen, y dijo el Padre, cada quien en lo personal diga sus oraciones, y todos de rodillas,  en silencio o musitando, con los ojos abiertos o cerrados expresaron sus peticiones “al Eterno” para salir con bien de esta corridita;  este momento era por demás solemne e intimo donde desde  lo más profundo de su ser pedían por su vida, decía Don Aniceto “ en el pedir esta el conceder ”,  al final el Padre los roció con agua bendita y les dijo ahí los veo en la plaza y que el espíritu santo los acompañe.

Llegaron a la plaza y antes de empezar a vestirse, dijo Rogelio, vamos a echarle un vistazo a los toros; eran ocho toros, seis para la corrida y dos de repuesto por si alguno se lastimaba, ya estaban separados en forma individual para evitar que se pelearan entre si; se arrimaron al primer corral, se asomaron por las rendijas y se escucho un “ah cabrón, están muy grandes” se empezaron a ver entre si y volvieron a ver el toro como dudando,    Marcial les dijo,   se los dije ayer cabrones, pero no me hicieron caso;  Don R dijo vamos a ver los demás   y toro que veían, misma exclamación que proferían; dijo Abadias “ hay que rajarnos”  “como chingaos nos vamos a rajar” , ya viste que esta a reventar el graderío,    contesto Rogelio, “como chingaos no”, no estas viendo que nos va a cargar la chingada y ni el agua bendita nos va a salvar;  se metieron al cuarto donde tenían sus trajes a seguir la discusión, cuatro de plano no querían y Don R y Rogelio dudaban, pero decían que si, a final de cuentas Rogelio les digo, vamos a entrarle, yo voy por delante y van a ver que no nos pasa nada, vamos a cortar orejas y rabo, Decía don Celestino “de esa lengua me echo un taco”.

 Procedieron a vestirse con lentitud, parsimonia y miedo, mucho miedo;   ya se empezaba a oír  el bullicio en el graderío y los acordes de una banda cuando les tocaron la puerta para avisarles que en quince minutos era el “paseíllo”(paseo-presentación de toreros y sus cuadrillas ante el publico), a las cuatro con veinte y cinco minutos ya estaban formados enfrente del ruedo, muy trajeados, muy de luces, y muy pálidos , a las cuatro y  treinta, como marcan los cánones, se abrió el ruedo y se escucharon los acordes de la banda con el pasodoble “sangre y arena”, el alguacilillo(el que encabeza el paseíllo) partió plaza, fue hasta el otro extremo del redondel, saludo al juez de plaza que estaba en la parte superior del graderío y con este saludo el juez otorgo su permiso para iniciar la fiesta, el alguacilillo regreso con los toreros y cuadrillas y todos fueron desfilando por el centro de la plaza hasta llegar a los burladeros del otro extremo de la plaza, los saludos y los gritos no se hicieron esperar, las señoritas aventaban claveles rojos, “los toreros” saludaban discretamente inclinando la cabeza y los que traían “montera”(sombrero) saludaban con ella,  se tomaron dos o tres minutos para estirar los capotes y dar unos pases al aire cuando sonó la corneta anunciando el inicio de la fiesta.

Se abrió la puerta de toriles y al minuto salió con mucha velocidad y bravura un toro saino(negro mate) de 480 kilos ,corniancho(cuernos muy abiertos),  decía Don Jacinto  “como alma que lleva el diablo”,      fue hasta el burladero extremo y le dio unas embestidas, prosiguió corriendo y dio dos o tres vueltas al ruedo buscando pelea, Rogelio se puso más pálido pero no tenia para donde hacerse, camino tres pasos afuera del burladero, saludo al juez con la montera y empezó a citar(llamar) al toro con el capote,  el toro que estaba en el otro extremo del ruedo lo vio y empezó a resoplar y mover sus pezuñas y arranco hacia el torero, Rogelio aguanto la embestida y corrió el capote, el toro siguió de largo, se paro después y se regreso en igual forma, Rogelio volvió a aguantar, aunque se notaba tembloroso, sus compañeros ni la boca abrían, a la tercera embestida el toro no siguió el engaño(el capote) y le pego directamente en el pecho, por fortuna era corniancho,  así que no le clavo los cuernos, nada mas le dio con la frente y Rogelio salió rodando varios metros, la multitud grito de angustia y Don R y sus compañeros matadores se metieron rápido a sacarlo del ruedo porque quedo medio inconsciente,  se lo llevaron hasta las oficinas donde tenían sus ropas y con alcohol trataban de reanimarlo hasta que volvió en si poco a poco, en eso se escucho la corneta del juez indicando que se reanudaba la corrida,  ahí les hablan, dijo Marcial,   Rogelio bastante dolido y compungido dijo “hasta aquí mi amor los acompaño”, me rajo como los meros machos, ya me libre de una cogida fatal,  a ver quien sigue ahora,   se escucho por segunda ocasión la corneta del juez llamando a seguir con la corrida, ni Don R ni los demás dijeron esta boca es mía, todos estaban espantados,  en eso llego el promotor de la corrida a pedirles, exigirles, a ofrecerles más, para que salieran a continuar la corrida,    pero nada los convencía,   “ ya habían visto la cara de la Catrina (la muerte) en los cuernos del toro”,  se escucho el tercer llamado del juez y Marcial dijo se va a poner fea la cosa, pero de una cogida allá en el ruedo a una aquí afuera, prefiero aquí, en eso llego el juez y les dijo “Toreros” si no salen en este momento a cumplir con sus obligaciones, voy a ordenar que los detengan inmediatamente,     Don R le dijo, como quisiera estar en su lugar Sr. Juez  y Anibal   le dijo,   cumpla con su deber, nosotros no vamos a salir,    salió el juez y a los pocos minutos llegaron policías que se llevaron a los “toreros” vestidos de luces a la cárcel municipal, mientras la multitud seguía gritando y chiflando esperando que la corrida continuara.

Ya en la cárcel,  Marcial,  les repetía, se los dije el sábado pero no me hicieron caso,     Rogelio todavía adolorido decía    no creímos que este pinche promotor traería toros de verdad, toros de corrida de la Plaza México,  en fin salimos vivos y nomas revolcados         Don R decía, si salimos de esta para la siguiente vez hay que fijarnos en la letra chiquita y en los cuernos grandes.

Al tercer día los amigos pagaron una fianza-multa y los “toreros” salieron de la cárcel para continuar con sus vidas y listos para la siguiente aventura.

 

CONTINUARA